Los pies, conexión y estabilidad

Los pies son súper importantes, no sólo nos sostienen, nos dan estabilidad cuando se trata de desplazarnos hacia un objetivo, un deseo o una dirección. Nos ayudan a sentirnos con seguridad en nuestra relación con el Universo.

Los pies, considerados como la base de una persona, representan la posición que tomamos frente a las situaciones que se nos presentan pero sobre todo son el contacto directo que tenemos con la Madre Tierra.

La práctica natural de caminar descalzas conectando con la energía de la tierra fue disminuyendo con el tiempo, conforme los estándares sociales impusieron reglas de urbanidad y usar zapatos, cada vez más altos, devino un sinónimo de éxito y crecimiento social.

El uso de tacones, que por cierto empezó como una moda exclusivamente masculina, se asoció a una cercanía con el cielo, pero por desgracia nos hizo perder nuestra conexión con la tierra, con nuestro fundamento.

 Esta pérdida de conexión con la naturaleza, ha dado lugar a  dolores o enfermedades emocionales, como la inseguridad, que en cierta medida, afectan también la salud física.

Un problema vinculado con tus pies te indica un conflicto entre la dirección y el movimiento que tomas, y manifiesta tu necesidad de más estabilidad y seguridad. Un problema en los pies es un indicativo de que el futuro y todos los imprevistos te dan miedo.

Para revertir esta situación existe una fácil  solución:   caminar sin zapatos. Este ejercicio que pareciera algo metafórico, tiene un trasfondo más bien literal. Caminar descalzas nos permite reconectar con la Madre Tierra, atraer su energía (electrones libres con carga eléctrica negativa del campo de energía de la Tierra alimentado por el sol) y al mismo tiempo drenar la energía con exceso de cargas positivas que se acumulan al mantenerse el cuerpo aislado de su entorno. Lo anterior funciona mejor  cuando el piso es natural, como la madera, la piedra, el pasto o la arena.

De hecho cuando el chakra 1 está fallando, se recomiendo caminar en contacto directo con la tierra, con la arena o el pasto ya que fomenta bienestar, relajación, entusiasmo, fuerza, vitalidad y equilibrio y en el segundo caso nos sirve hasta como exfoliación.

Desde un punto de vista más físico, el  caminar sin zapatos permite la estimulación de los músculos del pié, desarrollar más fuerza muscular en piernas y caderas y  favorece la circulación sanguínea.

Además caminar descalzas en casa es recomendable ya que evitamos la presión que suelen provocar los zapatos y la humedad que se genera en el pie, ayudando a evitar hongos.

En el pie existen muchas terminaciones nerviosas y es muy recomendable que nuestra planta tenga contacto directo con el suelo ya que esto fortalece el sistema nervioso. 

Otra buena razón para hacerlo es porque es más higiénico caminar sin zapatos dentro de la casa. Un estudio realizado por la Universidad de Arizona mostró que, tras dos semanas de utilizar un calzado por la calle, se pueden encontrar más de 420 mil  bacterias en la suela. Los científicos también encontraron que la tasa de transferencia de esas bacterias al suelo de casa es de entre 90% y 99%.  Y aunque la probabilidad de que nos infectemos es baja, si en casa viven niños pequeños o mascotas, ésta aumenta para ellos.

Conforme se acostumbre el pie a estar en contacto directo con el suelo a través del ejercicio, la planta del pie se hará resistente. Así, se podrán realizar más actividades sin la contención de zapatos, estimulando las terminaciones nerviosas encargadas de generar endorfinas (los neurotransmisores del placer y recompensa).

Una cosa a tomar en cuenta es que entre más caminemos descalzas requeriremos de un mayor cuidado y atención a nuestros pies. Así que no olvides poner especial atención en su limpieza e hidratación.

Así que te invito a que pruebes este ejercicio:
Diariamente por 20 o 30 minutos camina sobre las puntas, los talones y apoyando toda la planta del pie, caminando normalmente y verás como te sientes mejor a nivel físico y energético y como conectas con la Madre Tierra, estabilizándote y equilibrándote.

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